sábado, 6 de junio de 2009

El lenguaraz tabernario


Oigo en la televisión a Don Mariano Rajoy Brey, durante un acto del PP en el que se burla del “bautizo civil” del hijo de la actriz Cayetana Guillén, al que asistió Pedro Zerolo. Le escucho cómo habla de acabar con el "ridículo interplanetario" del bautizo civil, mientras se mofa también de "los pepiños, pajines y aídos y todos esos".
Mariano Rajoy, más conocido como el lenguaraz tabernario (por su lenguaje de taberna) cada vez que habla de aquellos que no comulgan (en todos los sentidos) con sus ideas, mientras que es dócil y pesebrista con los que le llaman “maricomplejines” y otras lindezas.
Don Mariano, el que se refirió a “Machao” cuando hablaba de Antonio Machado, el del pelo negro azabache y la barba blanca como copito de nieve, el que nos habló sin sonrojo de “aquella niña”…. ¡cómo puede llamar ridículo a nadie!.

Mire usted, Don Mariano, lo que tal vez debería hacer, para que de una vez “la gente normal” (pero la de verdad, no aquella a la que usted llama normal) le pudiera votar, es respetar las ideologías y creencias de los demás, ¡pero las de todos!, no sólo las de la secta que le apoya a usted desde lo profundo de la caverna. En un país como este, que cuando salió Alberto Biendicho, presidente de la Plataforma Gay del Partido Popular, diciendo que usted “se había sacrificado”, ya que se casó por el bien del partido, aún siendo homosexual, la gente normal (la de verdad, no a la que usted llama normal) no quisieron entrar en la intimidad de su vida personal y no abrieron la boca al respecto, en cambio, usted que es un lenguaraz tabernario, al que le gusta faltar a los demás, llama ridículos a los que no comulgan (de nuevo, en todos los sentidos) con sus creencias.

Señor Rajoy, ¿quiere saber qué es ridículo de verdad?, ¡mírese en el espejo!.