jueves, 19 de febrero de 2015

¿Un militante un voto? la historia de cuando "se nos fue la mano"

No me gusta engañar a nadie, así que antes de continuar con este post, voy a explicar cuales son mis circunstancias personales. Cuando en 2007 dimitió Rafael Simancas como Secretario General del PSM y hubo que elegir un nuevo candidato, yo, que acababa de afiliarme hacía poco, opté por Tomás Gómez. A poco tiempo, debido a sus posturas poco de izquierdas (según mi manera de pensar) y porque creía que era un “candidato blando” frente a Esperanza Aguirre, dejé de creer en su liderazgo. Por eso, cuando en 2010 desde la Dirección federal se apoyó a Trinidad Jiménez, yo también apoyé dicha candidatura, más por opciones de victoria que por otra cosa. Es sabido por todos que Tomás Gómez se impuso con un 52 % frente a un 48% de los votos. El pasado verano, en unas nuevas primarias, volví a perder, ya que opté por Pérez Tapias (el tercer candidato, el de Izquierda Socialista). Al poco tiempo de llegar a la Secretaría General Pedro Sánchez, decidí darme de baja del PSM. Había militado varios años sintiéndome muy incómodo con Tomás Gómez como Secretario General, pero ya encontrarme muy a disgusto tanto con el PSOE como con el PSM, me parecía que si seguía, sería por masoquismo. Yo había llegado al PSOE sólo para quitarle al PP el gobierno de la Comunidad de Madrid, pese a que en muchas cosas me sentía más a la izquierda que el partido, pero en ese tiempo, jamás habían recuperado voto, al contrario, cada vez se había perdido más voto.

Fue entonces cuando llegaron las primarias. Tomás Gómez había defendido que para elegir al Secretario General del PSOE, se debía votar en “primarias abiertas”, es decir, donde votaran los militantes y los simpatizantes. Yo siempre he creído que ese era el mejor (y único) método fiable a la hora de valorar a un candidato de cara a unas lecciones. Pues bien, en aquel momento se decidió hacer la elección en “primarias cerradas”, es decir, “un militante, un voto” (¡vaya, para una vez que yo estaba de acuerdo con Tomás Gómez!). Ganó Pedro Sánchez (a mí entender y al de muchos favorecido por algún “aparato” importante, como el andaluz. Mi Secretario General, Tomás Gómez, al final optó por apoyar a Pedro Sánchez (¿por qué tienen que “alumbrarnos” los “barones” con su “sabio consejo”?).

Luego llegaron las “primarias” de Madrid. Y cual fue mi sorpresa, Tomás decide llamarse Diego, es decir, “donde dije DIGO, digo DIEGO”. Cerró a cal y canto las primarias. Ahora serían sólo para militantes. ¿Por qué?, ¿acaso no nos gustaba tanto la democracia? Pues no, aquí nos gusta más la “democracia cañí”. Si entre Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias lograron 6.777 avales, “Super Gómez” logró ¡¡¡más de 7.000!!! El número de avales fue tal, que entre sus cercanos se decía “se nos ha ido a mano”. Los otros dos candidatos, Carlos Morales y César Giner, consiguieron 1.080 y 946 avales respectivamente, de los 1.561 avales exigidos (el 10% de la militancia). No hay ni que mencionar que sólo hubo un candidato que logró los avales necesarios, Tomás Gómez, que además de contar con “sus fieles”, contó con la pasividad de los que buscaban la paz, tras las primarias generales.

Ahora, que el dedazo de Ferraz busca candidato, nos acordamos de Santa Bárbara y pedimos “democracia”. “Un militante un voto” proclaman los “tomasistas”, cuando en realidad a ellos les gustaba más “un militante, un aval y mejor no votar”. Me horroricé viendo en twitter y en facebook a compañeros del PSM pidiendo que en masa diéramos el aval a Tomás para impedir que hubiera otros candidatos. ¿Por qué ahora hay que votar cuando antes lo mejor era no hacerlo?

Yo sigo sin creer en los aparatos, ya que no ganan elecciones. Tan sólo creo en los candidatos, las ideas y los votantes.

No hay comentarios: