miércoles, 11 de febrero de 2009

Federico Trillo, ese impresentable

"Me debato entre su incompetencia y su descaro, entre su fracaso y su desparpajo" , esta frase, aunque pueda parecer mentira, la ha pronunciado hoy en el parlmento el diputado del PP Federico Trillo (por cierto, su nombre completo es Federico Trillo-Figueroa Martínez-Conde, otro más en el PP con apellidos compuestos), portavoz de su partido en la comisión de justicia, refiriéndose a Mariano Fernández Bermejo, Ministro de Justicia.

Durante la última legislatura en la que gobernó Felipe González, se convirtió junto al ínclito Luis Ramallo (diputado supuestamente incorruptible que salió pringado hasta las cejas siendo vicepresidente de la Comisión del Mercado de Valores al recibir regalos millonarios por parte de Antonio Camacho, presidente de Gescartera) en el azote del gobierno. Con un desparpajo increíble llegó a acusar al gobierno de absolutamente todo lo que ocurría en España.
Posteriormente, cuando su partido ganó las elecciones, fue nombrado Presidente del Congreso, seguramente el presidente más parcial y sectario de toda la democracia. Con un descaro propio del susodicho, cuando en Madrid se diagnosticaron varios casos de meningitis que causaron temor en los padres a una epidemia, la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid negó que existiera aquella y desaconsejó la vacunación; sin embargo, Trillo usó a varios funcionarios a sus órdenes para obtener vacunas para sus hijos.

El sectarismo que demostró durante esos cuatro años fue premiado por su jefe Aznar con el Ministerio de Defensa. Se dice que en 2004, entre los militares (un colectivo ultra-conservador) corrió la consigna de abstenerse y no votar al PP, como represalia por los cuatro años sudridos con Trillo. Su fracaso lo prueba el que todavía a día de hoy, el colectivo militar le considera el peor Ministro de Defensa de la historia.

El momento álgido de su incompentencia fue cuando el 26 de Mayo de 2003 se estrelló en Turquía el Yak-42 que transportaba tropas españolas desde Afganistán. En un intento de acallar las críticas que pudieran surgir (aún resonaban millones de voces de españoles protestando contra la guerra de Irak, auspiciada por su jefe) se enterraron los cadáveres de los 62 militares fallecidos sin haberlos identificado correctamente, falseando las identidades y comentiendo varios delitos. Trillo jamás reconoció su culpabilidad, se escudó en los subordinados, esparciendo la mierda entre ellos, algo impropio del estamento militar.

Un penoso político al que no se le cae la cara de vergüenza, aunque parezca mentira.